lunes, 14 de marzo de 2016

CRISTALINOS Y OPACOS 




   ...Y con gesto agradecido hacía los aplausos y los ánimos de los presentes reunidos en la plaza, Casimiro empezó a hablar...

   Si esta mañana me hubiera mirado en un espejo, como lo hice en aquella otra del 23 de Febrero de 1981, ya tan lejana, seguro que mi reflejo también pasaría desapercibido hasta para mis propios ojos, por que el trazo del destino es el que es, firme e incuestionable...y cuesta acostumbrarse a ser casi invisible, a resignarse a una existencia matizada en tonos grises, a ser un héroe y que nadie te lo agradezca, sí, cuesta, y mucho...pero afortunadamente he tenido años y tiempo de sobra para adaptarme y hasta en algunos casos sacar partido y provecho de mi al parecer, liviano y volátil existir...mi madre se enteró que estaba embarazada de su octavo hijo, yo, unos días antes de perderme por el camino cuando se dirigía a la casa donde limpiaba por cuatro duros...y por que alguien le avisó que se le había caído algo...para mi padre fue diferente, a peor, ni siquiera me había registrado en el supuesto libro de familia del que supe cuando murieron y por que hubo que
arreglar papeles, y hacerse cargo de sus deudas y terminar de pagar el  cuchitril de cincuenta metros cuadrados en el centro, donde nos habíamos criado...entonces yo acababa de cumplir los doce, como si nada, como siempre y comprendí en parte el encogimiento de hombros y la mueca desconcertada del maestro cada vez que pasaba lista y mi “servidor” pasaba inadvertido a sus oídos, y mi presencia a su atención...la otra parte la había comprendido ya con la falta de mimos y de cariño de quien se supone te los tiene que dar, y al castigo de una soledad no elegida en juegos y risas, por que mis hermanos y mis compañeros de la escuela no terminaban de distinguirme...menos mal que mi hermana Carmen tuvo compasión, un tanto diáfana eso sí, de mi figura desgarbada y flaca, de mi aspecto enfermizo y demasiado aniñado y se encargó, no sin esfuerzo y fastidio, de aclarar ante un notario que tampoco se dio cuenta de que yo estaba allí, mi indocumentada situación, aunque no debía ser el único con aquel problema, reconocí bajando las escaleras cuando nos marchábamos, a un chaval algo más pequeño que yo que andaba como de puntillas sobre el piso de tarima vieja, quejicoso y protestón con otras huellas y que ante la indiferencia general, en realidad flotaba sin rozar el suelo...me intrigó su forma de escurrirse entre mesas y sillas y entre las sombras de los demás sin levantar sospechas, así es qué me quedé allí como un pasmarote de aire, contemplando su ir y venir de sala en sala, persiguiendo el rastro de una pareja que desde luego no había reparado ni una sola vez en la incertidumbre y el desasosiego del chico...no me costó que él también me identificara como un igual y su media sonrisa triste fue suficiente para sentir, aún no lo había hecho nunca, calor y latido en el corazón...
  
   ...Casimiro cortó su discurso espontáneo y con cara circunspecta, sin embargo controlaba al detalle la reacción popular a sus últimas palabras, y no reanudó el discurso hasta que el silencio esperado se instaló en el ambiente, y la paciencia y el sudor frío dieron sus frutos con la aclamación en una sola voz para que continuase...

   ...Y ustedes se preguntarán que tiene que ver toda esta historia de oscuros recuerdos familiares y niños raros, con lo que me ha traído hoy 15 de Mayo hasta aquí, pero yo les explicaré con un solo nombre el sentido de estos párrafos, de estas frases hilvanadas con vidas transparentes, como la de Nicasio, mi amigo del alma...el hombre al que debo mi ser y del que aprendí a sobrevivir inmaterial en un mundo vertebrado por formas y cuerpos...ya es hora de rendir homenaje a su anonimato, a su valentía y por qué no, a su compromiso con un futuro que desgraciadamente no llegó a tentar siquiera...desapareció esa aciaga noche del 23 de febrero, delante de mí y yo no pude salvarle...

   ...La exclamación de los asistentes fue acorde con el tono de reproche que Casimiro se hizo teatralmente a si mismo...el golpe de efecto resultó un éxito, el publico estaba entregado a su oratoria y devoto, quería más...

   ...Como habrán adivinado, Nicasio era ese muchacho que levitaba sobre la tierra sin apenas proponérselo y que sin embargo centró mi curiosidad de inmediato, quizás por que un imán de atracción imperceptible para otros, palpó lo etéreo de nuestras semejanzas para convertirnos desde ese mismo instante de miradas cómplices y conciencia resignada, en inseparables...
   Desde nuestro encuentro en el registro, los meses pasaron muy deprisa y la adolescencia como una ráfaga de viento espiritual que nos unió más si cabe en aventuras y despropósitos...ante lo incorpóreo de nuestros rasgos físicos, tuvimos que echar mano de otras capacidades, digamos que más originales en algunos casos, y misteriosas en la mayoría, divertirse era fácil en época de ignorancia y mentecatos para fantasmas y espectros, así los setenta nos sorprendió con la juventud recién estrenada e intactos los sueños tangibles...la necesidad de un trabajo serio tomaba el relevo a las pillerías típicas de unos gamberros gaseosos y a las chapuzas baratas para ayudar con el puchero...mis hermanos fueron abandonando el hogar y a la vuelta de un despiste, me quedé solo, bueno con Nicasio, que hacía unas semanas había abandonado una habitación mínima con un colchón a dos calles de aquí y la tutela definitiva de sus padres, total tampoco le iban a echar de menos...y cuando peor se presentaba el panorama, nos enteramos que con eso de la muerte de Franco y no sé que rollos de la transición y una cosa que se llamaba democracia, había un edificio que se llamaba Congreso y que se podía conseguir un puesto de conserje con apuntarse en una lista y hacer un examen básico...Nicasio y yo, lo tuvimos claro... y en cuanto los administrativos responsables de la elección, acertaron con el contorno sombrío de nuestra persona, también...como iban a prescindir de dos tipos ya de por si con naturaleza anodina y plomiza...y así, vestidos con nuestro color favorito y un sueldo fijo a final de mes, nos instalamos en una somera felicidad...alterada eso sí por la aburrida y monótona indolencia y desinterés del resto de la plantilla que compartía rutina y lugares comunes, y la enorme dificultad para encontrar novia...si, no se lo tomen a mofa...nunca nos lo habíamos planteado hasta ese preciso momento, justo cuando Adelita Caricias cruzó por delante de nuestras narices dejando un reguero de contoneo y un perfume dulzón que mareó hasta la razón de cemento de las Cibeles...

   ...Casimiro soltó una carcajada estudiada, coreada por muchos y envuelta en una ovación que aceleró su orgullo y sus ganas...

   ...Ay Adelita, a lo mejor algún nieto suyo anda por ahí, escuchando los suspiros de este pobre viejo que besaba por donde pisaba su abuela...pero no voy a entrar en detalles de un triangulo amoroso digno de una película del mejor Hollywood, baste decir que hartos de insistir en demostrarle a ese ejemplo de feminidad nuestro ente más atractivo, a ese monumento, que teníamos otras virtudes ocultas que compensaban la carencia de sustancia...celebramos con la mayor juerga posible sus calabazas, cuando nos anunció apuntando directamente a los ojos que llanamente intuyó, que se casaba con Renato, el frutero de la esquina...aún permanece esa fecha en el calendario caduco de mi cocina marcada en rojo, bueno esa y las siguientes por que no salimos del burdel en vete tu a saber las horas...la borrachera y la resaca era una, las chicas nos cogieron el truco y no nos dejaban ni a sol ni a sombra y entre charla y amor postizo, le fuimos cogiendo el gusto a esa excitante forma de evaporación...vaya nochevieja la del 80 para el 81...no fue incolora como las anteriores, no...yo diría que nos sacó toda la gama del colorao al encarnao y hasta el amarillo...quien iba a decir que en plena maduración de los componentes abstractos de nuestra ya vulgar y sólida personalidad, a tiro de una masa que se nos resistía y con el reciente traslado de nuestros sentimientos y emociones al burdel La playa en la nacional dos, nos iba a durar tan poco la alegría...

   ...Una mueca trascendente que borró en un segundo el semblante jaranero de Casimiro, atravesó la atmósfera de la glorieta, atrapando en una nube de intriga, el alboroto suspendido de los congregantes...

   ...23 un número como otro cualquiera, febrero una hoja de almanaque más... un lunes que llegamos tarde directamente de la talla 120 de sujetador de las gemelas Dominguez, con la melopea todavía cantándonos “...algo se muere en el alma...” y entonces sucedió...oímos los disparos y corrimos por el pasillo en dirección a los gritos...las puertas de acceso al hemiciclo estaban cerradas y custodiadas por guardias civiles, metralleta en mano y la mala hostia dibujada debajo del tricornio...nos escondimos en un despacho auxiliar y temblando por si, lo más complicado del mundo, nos habían detectado de alguna manera, nos pusimos a darle al manubrio del pensamiento, haber que se nos ocurría...el plan era infalible, primero teníamos que averiguar lo que pasaba dentro, cuantos eran y lo que pretendían, lo segundo, aprovechando la nitidez de nuestro esqueleto, escapar en un descuido y dar el aviso en la comisaría de detrás...anochecía despacio, el sudor mojaba lo inverosímil de unos nervios derretidos y unos músculos que no respondían...Nicasio ya no aguantaba más, lo note en sus movimientos torpes, en su tartamudeo tímido, en la precipitación de su osadía...quiso hacerlo todo a la vez, y el tropiezo absurdo con olor a peligro alertó a uno de los uniformes oliva, que acobardado disparo a lo que creyó un bulto y no era más que un imposible hecho de vacío y hueco...

   ...Esta vez la pausa fue auténtica, se saltó un protocolo inventado por que las lágrimas le atragantaban las cuerdas vocales con el cariño por el ausente...

   ...yo me refugié en un rincón y cuando la bravuconada del Tejero con bigote acabó entrada la madrugada, me escabullí para llorar un capricho de las circunstancias que ningún periódico mencionaría, ningún político incluiría en sus gracias y ningún mortal, salvo las putas de “La playa” y yo, le echaríamos en falta...juntos le enterramos ese miércoles 25 de Febrero de 1981...y ahora juntos, ustedes y yo, en esta oportunidad que me han brindado para sacar a la luz de Sol los otros hechos acontecidos en tan señalada cita con el pasado...guardemos un minuto de respeto a su memoria...

   ...Casimiro, satisfecho con el resultado de su petición...apagó el micrófono y sacó del reproductor el cd de efectos especiales para “elocución y plática” cuyo tempo se había aprendido al dedillo, luego con una cerveza en la mano y a la salud infinita de Nicasio, se asomó a la terraza a disfrutar del olor a revolución que ojalá y así lo deseaba, aconteciera en un futuro por favor no muy tardío, con tanta gente, tanta tienda de campaña y tanta verdad instalada en esa, su plaza...y que a él, jubilado traslucido y corriente, al menos, efímero o eterno, un poco le rozase...

           

domingo, 17 de enero de 2016

DE CÓMO VENDERSE AL DIABLO SIN DARSE CUENTA




                  


  ...Abrí la puerta. Tenía prisa y no miré al suelo, quizás fue por lo qué tropecé con algo cuando cerrada la llave, me dí la vuelta. Me quedé desconcertado...nadie había llamado al timbre, tampoco recordaba estar pendiente de ningún envío, pero allí estaba aquel bulto sin forma definida, envuelto en un papel marrón vulgar, sin ninguna dirección, sin ningún remite, sin ninguna pista que pudiera darme una idea de qué era aquello...por mi mente a la velocidad del rayo desfiló un sin fin de propósitos absurdos que tuvieran sentido, mientras mis prisas se fueron archivando en el sistema neurológico sin más y su objetivo, se perdía inexorablemente en la parte más efímera de mi memoria...y es qué no conseguía quitar la vista y el cerebro de aquel paquete, supongo que por que todos escondemos en la conciencia retazo de hechos inexplicables, misterios sin aclarar, espacios oscuros o simples casualidades, equivocaciones, bromas...sí, eso pensé, tenía que ser alguna broma...por eso no me atreví a tocarlo aún, y me senté en la escalera intentando ganar un tiempo que se había parado. Mi razón exigía sin embargo darle solo la importancia necesaria al asunto y golpeaba insistente con sus neuronas la piel de mi impaciencia...cuanto antes se descubriera el enigma, antes se despejarían las dudas que pulsaban el latido de la otra dimensión de mi corazón...por que lo cierto fue que al inclinarme para recoger lo que suponía una caja, mis manos no acertaban de ninguna manera a levantar y sujetar aquel fardo que amenazaba ya con otra posible definición de disparate...con una sonrisa boba y el temor de que una cámara me estuviera grabando para provocar quien sabe si una carcajada anónima o un estudio sociológico para una encuesta subvencionada, reaccioné comprobando por techos y rincones la prueba de mi sospecha, y me cercioré, que los vecinos del rellano, no delataran su presencia testimonial con ruidos harto conocidos...fue entonces cuando osé, utilizando la corpulencia de mi metro ochenta y la fuerza de mis músculos, trabajados durante años en un gimnasio, arrancar de cuajo la insistencia de semejante cosa a permanecer pegada a un baldosín, y consecuente a esa energía desatada, fue también el costalazo que me dí cuando mis dedos resbalaron por una superficie que se iba reblandeciendo al contacto cálido y vivo de mi ser...me rasqué la cabeza como en un tebeo de los setenta, y absorto por completo en descifrar el jeroglífico en el que se había convertido aquel jueves de abril, opté por observar minuciosamente el contorno de su volumen...pero cuál fue mi sorpresa que cuanto más acercaba mis pupilas al entorno de su contenido, el formato original, si es que era capaz de dibujarlo en mi retentiva, alteraba su tamaño en la misma proporción que el susto se hacinaba en mi garganta, para salir pitando a las primeras de cambio en improperios y exclamaciones con la boca abierta...ya sí que no entendía nada...¿era un sueño?, ¿me estaba volviendo loco?, ¿una mentira?...¿y si entraba en mi apartamento otra vez?, ¿y si me iba?...y mientras divagaba entre preguntas que a mi me parecían existenciales y cuyas respuestas se concentraban en un envoltorio de aspecto inocente, que descarado se estaba quedando conmigo...eso, sea lo que fuese, se empezaba a mover...el miedo me pilló desprevenido divagando en una nube de interrogaciones, el estremecimiento y el escalofrío también, me tapé la cara y me encogí, sabiendo a ciencia cierta que algo reptaba como una serpiente de masa maleable directamente hacía mis zapatos, atronando con un susurro ininteligible el temblor de mis huesos y el aire frío que respiraba...luego un olor sin descripción registrada, embriagó cada poro de las paredes de mis otros sentidos, y algo parecido al asco revolvió las entrañas instaladas hacía rato en el estomago...el contacto inminente, que por un instante creí preludio de mi defunción, no se hizo esperar en mi sobresalto, pero como un sentimiento recién nacido, calmó de repente, con su llanto de piel de gallina, la angustia esperpéntica que segundos antes disfrazaba mi existir...como un guante de arcilla convertido en sensación, aquello, abstracto e invisible, se ajustó sin contemplaciones a las medidas de mi esqueleto y un ligero mareo de placer místico cerró mis ojos...una luz blanca parpadeó en las sienes y...
   Una música estridente que identifiqué como el sonido alborotador de mi teléfono me despertó de mi letargo...desperezándome de una posición fetal que entumecía por segundos mi despiste...
—...oiga???...llamo de la oficina de objetos perdidos...ha recibido usted ya lo que le pertenece???...verá alguien muy generoso lo encontró caído váyase a saber donde según sus propias palabras, y lo entregó con la esperanza de ser devuelto conveniente y discretamente a su dueño...necesitamos confirmar la entrega, así qué si es tan amable de...
   Otra vez una sonrisa boba como único gesto del rostro y una expresión de idiota como única mueca de la realidad, y se me encendió en un palpito el ayer, y la niebla de los pretextos, y el error de las jodidas prisas...supongo que por que todos escondemos en la conciencia retazo de hechos inexplicables, misterios sin aclarar, espacios oscuros o simples casualidades, equivocaciones, bromas...ya no dictaba tiránica la suerte ajena, ni los caprichos circunstanciales o un destino esquivo con el futuro...el ahora se reveló con ganas, resuelto en traje valiente, sin cuestionar la esquina de cualquier donde, el secreto a voces de un como, ni la segura traición de todos los porqués...y yo, ignorante al cuando, huido de puntillas, en una fecha sin apenas escapatoria en el almanaque del remordimiento, ese jueves de abril, había recuperado mi alma...¿olvidada?...
  




miércoles, 2 de diciembre de 2015

ARENA Y SAL




            
   …A mamá le gusta la playa; a mi hermana también…pero a mí no, como a papá…él prefiere levantarse temprano para ir al puerto, volver con pescado fresco de la lonja, y desayunar al mediodía en el patio leyendo el periódico tranquilamente. Todas las noches me promete que a la mañana siguiente le acompañaré, y me guiña un ojo cómplice mientras me arropa, y yo pongo cara de creerle aunque sé que mamá, como todo el mes de agosto y antes de las once, me obligará a ponerme el bañador sin hacerme la remolona, y a darme prisa rebuscando entre los juguetes que me voy a llevar para hacer un castillo más grande…claro que papá, como es mayor puede hacer lo que le dé la gana, y yo no quiero enfadarme con él porque se pone triste…ya no nos cuenta esas historias de marineros valientes y monstruos gigantes que se tragan las olas, ni nos lleva de la mano al paseo cuando anochece para saltar a la luna de espuma…y yo me enfado, y lloro mucho cuando mamá insiste que se nos hace tarde y papá no dice nada...aunque las tres sabemos que aprieta los dientes con rabia, y que rompe las esquinas de algunas hojas del periódico por no levantarse, y sin mirarnos se queda allí, balanceando la pierna cruzada sobre la otra sin hacer ruido, casi sin respirar...y yo tengo que conformarme con su silencio para callar mi llanto, y me rindo en mi protesta dando la mano a mamá, que siempre la tiene fría...entonces mi hermana empieza a hacer tonterías y me hace reír, y me convence entre gestos de burla y cruce de ojos que hoy no me dejará sola cuando lleguen los primos, y que seré la primera en recibir las atenciones de mamá en la ducha...porque me pica la sal y la arena y me dan ganas de salir corriendo, y mamá, me tiene que buscar debajo de alguna sombrilla, o meterse otra vez en el agua y sacarme a la fuerza, soltando su retahíla de regañinas, como dice la abuela, y soltando algún que otro pescozón que se le escapa...aunque a mí no me importa porque luego, debajo del chorro dulce que significa el fin del castigo, mamá me acaricia restregándome suave sus manos por cada rincón de piel por donde se haya podido esconder el último escozor...pero entonces allí está él, aquel hombre del albornoz azul, sonriendo con una mueca bobalicona, y pendiente de cualquier movimiento que hace mamá...y yo quiero marcharme ya cuando se acerca como si nada y empieza a susurrar cosas al oído de mamá, que sigue a lo suyo, pero también sonríe y se pone tonta...como sí de repente le diera vergüenza no estar vestida o bien peinada...y mi hermana se convierte en victima de unas bromas que a mi no me hacen gracia, aunque a ella le hagan partirse de la risa y así entre carcajadas y miradas absurdas, yo echo de menos a papá...y pienso en su espera para comer juntos, sentarme a su lado sin sol y con la ropa seca y escuchar sus frases parecidas a las de ayer, pero nunca iguales...por que algunas no se lo que quieren decir, pero es como si tuvieran eco y punta, y se clavaran en el aire...aunque hay cosas que no entiendo, nadie las explica y mama no contesta...permanece tranquila y seria, como si estuviera sorda, y solo se dirige a nosotras para que terminemos el plato sin rechistar...luego mi hermana y yo nos vamos a la habitación, tenemos que echarnos la siesta, pero yo no puedo dormir...así es que abro la puerta y escucho por una rendija algún grito que llega desde la sala, luego una palabra que es pecado y el portazo...y vuelve el gusano en la tripa al descubrir las lágrimas y los suspiros de mamá otra vez, ella no soporta que la veamos así, por eso no me acerco, ni la abrazo, ni siquiera se entera que estoy detrás...como aquellas navidades que yo estaba enferma y ella creía que estaba en la cama…también hubo gritos, y palabras que eran pecado y más portazos...por que en invierno, en la casa de la ciudad, mamá tampoco es feliz...pero no sé si lo intenta, por que a veces por las tardes después de darnos la merienda, desaparece sin despedirse, atusándose la alegría en el espejo de la entrada...y es que se pone muy guapa y se pinta mucho...le preguntamos y nos dice muy contenta que va con las tías a tomar una limonada, o de compras aunque cuando vuelva no traiga paquetes, ni bolsas, ni regalos...y papá se pone nervioso, por que deja de fumar su pipa y cierra el libro que está leyendo para asomarse una y otra vez por la ventana y no estarse quieto, y mi hermana le dice que tenemos hambre y él se arrasca la cabeza, y nos mira como si no nos conociera...entonces llega mamá, y papá regresa de su mundo pero con la frente arrugada y cara de malo...y mamá propone salir los cuatro a tomar un helado, y papá protesta...y nosotras brincamos y damos palmas cuando mamá prepara los vestidos de flores y las sandalias blancas...y se va el gusano de la tripa, y se me olvida la pena de mamá, y las malas pulgas de papa...y me acuerdo de lo bueno que es el niño Jesús cuando le rezo y le pido que todo vuelva a ser como antes de esas Navidades tan feas, y que el verano que viene papá se venga a la playa con nosotras...y que el señor del albornoz azul se muera...


                                                                            

A PROPÓSITO DEL DESENCANTO


2013-2014


jueves, 6 de agosto de 2015

OBJETOS PERDIDOS





   Para una bolsa de tela aburrida y mentecata como yo, su empaque de cuero experto y sus refuerzos de metal brillante, eran el atractivo perfecto en la estantería tercera, compartimento 333 de la sección de equipaje de mano...pero no me enamoré de él por su piel suave o su cierre enigmático, entregado por aquel policía circunspecto e insulso, le amé desde el primer momento que le vi posarse humilde en el mostrador, con gesto desorientado y confuso y una cicatriz oscura y profunda, que intuí le atravesaba el contenido de aire misterioso de sus formas elegantes...
   En la oficina de objetos perdidos de la Estación Central, la mejor hora para relajarse es a medianoche, cuando los fluorescentes impúdicos y descarados del techo se van a dormir, y una tenues y cariñosas luces de emergencia avisan y velan nuestra verdadera naturaleza muerta o viva, según se mire, porque en cuanto el vigilante se encierra en su garita para echar una  cabezada, y el silencio amenaza la nocturnidad lunática de algunos viajeros, en este hormiguero de pasillos y andenes con prisas, asientos de plástico duro y desgastado, esquinas y rincones sin intimidad, la actividad se tiñe de calma, y el bullicio se convierte en un despertar lento y perezoso a un mundo, el nuestro, latente y secreto, pero tan real como la sangre de hilo que late por mis venas, bordadas a puntada de tiempo, a la estampa de flores primaverales, ya por siempre perennes en cualquier memoria...y es que muchos han pasado por aquí en estos años de mi obligado encierro, desde que a la anciana a la que le pertenecía se la tuvieron que llevar en ambulancia y me dejaron caída en el suelo, las agujas asomando su llanto triste, y los ovillos de lana enredados entre interrogaciones temerosas que me hacían a mi, su hogar, esperando el abrazo tranquilo de mis asas de madera para espantar su incertidumbre y su miedo...recuerdo con gracia aquel neceser de rayas atrevidas que me guiñaba la cremallera cada vez que coincidíamos o aquel portafolios de cartón negro que me sacó a bailar en la fiesta de fin de año y me propuso matrimonio...sin embargo, aparte de cierto interés y curiosidad circunstancial, ninguno ha provocado el palpito de mis costuras, la revolución de mi estomago o el ensueño de mi imaginación como él aún lo hace, un maletín de médico que esta mañana se ha marchado para no volver...Quizás me precipité en mostrar enseguida mis sentimientos, puede ser que la emoción por sentir me convirtiera sin pretenderlo en una adolescente capaz de comportarse de la manera más absurda, como invitarle a mi balda sin apenas conocerle o quedar a solas con él en el trasfondo de “Varios” donde solo los intrépidos y aventureros, osan citas a ciegas...pero ya que más da lo que tenga que decir en mi defensa...si queda en entredicho la despedida que no pudimos calcular, o ha desaparecido el beso que se evaporó con la promesa de escapar juntos, si remuerde la irremediable impotencia de sabernos presos del olvido, la locura o la razón, y encima ser conscientes de ello, o no haber sido más valiente y proponer con insistencia, cuando todavía el deseo permitía cruzar todos los limites del destino, el azar de escondernos en “Inclasificables”, incluso correr el riesgo y el peligro de equivocarnos y acabar en el suicidio de “Sin clasificar”, si al final volveré a quedarme vacía con su ausencia, el oxido de mi hierro manchará otra vez mi carne y las madejas apelmazadas de mis entrañas, dolerán de pena y soledad... compartiré entonces con carteras y maletas, lágrimas y suspiros, y en su honor, el rememorar de sus caricias, sus miradas y sus palabras, se harán eternos en mi hoy y ahora, y hasta que expire el plazo de retén para mi destrucción...obvia y evidente...pues nadie me ha reclamado, ni me reclamará...
   De edad indefinida, moreno y erguido, paseó expectante su porte maduro y orgulloso, entrelazado el pellejo usado de su empuñadura con los dedos del funcionario que afanosamente le buscaba un sitio...yo, disimulando la sorpresa de la inquietud de mi corazón y el desasosiego de mis nervios, le observaba por el rabillo del ojo mientras tomaba posesión de su habitáculo y se instalaba despacio, cuadrando su contorno con precisión y adoptando una postura cómoda y simpática que pronto nos embelesó a los vecinos...al principio parecía algo cansado, o desconcertado no sé...supongo que le costaba admitir su nueva situación de huérfano en un refugio, ojala que temporal...pero según iban pasando las manecillas del reloj, su expresión taciturna y el mutismo de sus labios se tornaron en muecas cómplices y saludos cordiales...así, el cielo de plata marcó las doce y sucedió qué...acorralamos en bandada su figura antes de las presentaciones y a la primera oportunidad coquetee con sus frases educadas, luego bastó la fugacidad de una estrella y el revuelo organizado por el taconeo de unos pasos para crear un vinculo de confianza que ya nunca se desató...supe de su origen artesano y escrupuloso, de la magia de su tacto dorado, de su dedicación exclusiva a la más noble profesión, contándomelo de carrerilla como si el tren del amanecer nos fuera a pillar con retraso...el arrullo de su voz grave salpicada de música y el aroma varonil que emanaban sus poros, impregnaban los nudos de mi ser aún después de los dulces adioses a los que nos condenaba el inicio de un nuevo día...las fechas del calendario en la mesa de recepción nos indicaban con sus cruces de rotulador, que las semanas caducaban y con ellas crecía nuestra ternura y pasión...él, que remedio, se fue acostumbrando al ritmo monótono de nuestra rutina, rota únicamente por el trasiego de recogidas y entregas que cuando afectaba a nuestro espacio, nos sobrecogía el alma...pero también a eso se fue habituando, a que ninguna visita preguntara por él, al resentimiento de su abandono, a la desesperación remordiendo su estampa...una noche nos contó una historia, a la siguiente otra...nos regalaba con el detalle de su biografía las ganas de escuchar, de seguir luchando por salir de allí, de encontrar un hueco en el nombre de alguien...nos habló de su dueño, el doctor de un pueblo que recorría en su tartana la comarca atendiendo la salud de los demás...el embarazo múltiple de Lucinda, la enfermedad singular del Sr. Moreti y sus picores salvajes, la delicada respiración de Gillian que se ahogaba en su propio aliento, el viejo Tasio que fumaba sin parar y murió de un simple resfriado, el bulto sospechoso que resultó ser grasa en la cintura de doña Carlota, los gemelos de Paula que nacieron ciegos, la bronquitis crónica de Paul que le impedía trabajar...y tantos otros pacientes, familiares y amigos que seguro habitaban en el forro de su interior y en la mente de su herida oculta que le hacía sangrar por la nariz cuando menos se lo esperaba...pero ese relato no lo terminó de narrar...reíamos con las anécdotas, callábamos con los síntomas y tratamientos, sufríamos con la mayoría de los desenlaces...y con cada reunión, él se fue apagando...renegó de mi compañía, se marginó en el polvo de su posición, dejó de sonreír, de bromear...bebía y comía solo rumiando sus pensamientos y la amargura empezó a envolver su semblante antaño discreto y amable...
   Un mes antes de irse, una tarde de siesta breve, le oí llorar...me acerqué sin dudarlo, con la intención de mimar su lamento tan espontáneo como fugaz, por el trazo impulsivo de mis huellas creía en su usual rechazo, y en cambio, me encontré con el dibujo de la queja de su desconsuelo tatuado en sus labios y un sinsabor amargo atragantado en la garganta...
   Cuando el nieto de aquel doctor de pueblo vino a buscarle y en consecuencia, estrenó en su rostro el color de la esperanza y exigió a sus miembros entumecidos la fe en lo imposible, yo era la única que entendía de la coherencia de su honesta dignidad recorriendo impaciente y algo altivo el corredor estrecho que le conducía a la libertad ansiada, yo fui la única que comprendía el arrebato obsesivo de un error, un despropósito...yo fui la única a la que confesó el reflejo tenso y cruel, que un espejo guardado en el fondo de su volumen, le devolvía, como flechas de reproche y rencor que se clavaban en su frágil ego, al arrodillarse a la inteligencia de darse cuenta que la culpa de su desolación, no fue un descuido, ni un despiste intencionado...el doctor, su venerado amo...había renunciado voluntariamente al bagaje y empeño de su empresa en común y se había rendido al diagnostico de no recuperar jamás el pasado...los motivos, las causas, los por qué, sin futuro y con el presente hipotecado...eran fácil de adivinar...